Economía Social y Educación I

La economía social es una temática condicionada por los enfoques epistemológicos, conceptuales, paradigmáticos, políticos, culturales, económicos a partir de los cuales se le aborde. Es decir, conceptualmente es polisémica y progresivamente adquiere en la revolución bolivariana su desarrollo concreto y particular.

Sin embargo, el carácter polisémico del concepto obliga a reparar los referentes que le condicionan y/o permiten su desarrollo e inserción en la vorágine constituyente que se inicia en 1999. Referentes que abordaremos de manera sucinta en las próximas líneas.

Referentes Epistemológicos

La visión opresora y hegemónica de la realidad enfatiza en el producto, el resultado, en el logro como indicador de éxito. Cuanto tienes, cuanto vales. En consecuencia, el modelo económico que le es inherente promueve la explotación, la competencia desmedida, la liquidación del competidor y la posesión sin fin de bienes, en la aspiración inducida de carácter individual y colectivo de ser “exitoso” al final.

Desde esa perspectiva, al impulsar una empresa, su fin último está en el logro de ganancia (monetarias, status, bienes) por encima de cualquier otra condicionante. El modo de producción se centra en la productividad (bienes, servicios) que permitan la mayor acumulación de riquezas (capital), basado en un modelo de explotación de los trabajadores materiales e intelectuales (la plusvalía).

En educación, esto se expresa en la posesión de cartones, certificados, títulos que le permitan a un grupo o individuos, crear, sostener y mejorar los mecanismos de segmentación; legitimando y extendiendo a todos los campos, la explotación y la opresión. Poco importa el desarrollo de capacidades, habilidades y competencias para el diálogo de saberes o el progreso compartido; de lo que se trata es de la transferencia de verdades cosidas que mantengan el orden establecido. Para ello, se desarrolla una odiosa separación entre el trabajo intelectual y el material que tiene su mayor expresión en la experticia de técnicos e instancias de gobierno, quienes, alejados de los ciudadanos, diseñan las acciones que otros ejecutan.

Dinámica que encuentra su contraparte en instituciones alejadas de los ciudadanos. Muchas son las instancias que dicen promover el desarrollo, pero pocas parten de realidades comunitarias y/o locales para el desarrollo de un modelo económico alternativo, pues su praxis no cuenta con el diálogo de saberes y conocimientos, entre ciudadanos y Estado. El propio modelo de desarrollo, impulsado en muchos casos desde las corporaciones de desarrollo regional, refleja un distanciamiento con lo local, como rasgo distintivo del poder.

En oposición, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999) enfatiza en la corresponsabilidad desde la localidad, la solidaridad desde lo federativo, la ayuda mutua desde marcos comunitarios y la cooperación centrada en el ser humano, como formas de construir la futurica social, el mañana.

El presente y las acciones que de él emanan están estrechamente relacionadas a las metas que se aspiran alcanzar de manera compartida. Es decir, el futuro tiene una expresión permanente en el presente, lo cual implica una aproximación epistemológica a la realidad, vista ésta como un proceso integrado.

En consecuencia, se busca construir un modelo económico liberador y contrahegemónico desde el ahora, en sus formas, procedimientos, dinámicas y resultados parciales. Desde los referentes constitucionales se valora el modelo de economía que se relaciona a la construcción de una sociedad libre y con profundo arraigo local (identidad). Modelo que aspira desarrollar en cada uno de sus procesos, espacios para la liberación mediante la solidaridad, la cooperación, la ayuda mutua, el riesgo compartido y la corresponsabilidad. Una economía liberadora, una economía solidaria o social, se justifica en la medida que se vincula a un proyecto integral para la construcción de una sociedad libre. En consecuencia promueve en cada dinámica, actos de liberación, de rompimiento de la opresión.

Mientras la economía clásica ha resultado efectiva para promover un modelo de relaciones sociales opresoras; cómo alternativa liberadora, la CRBV (1999) promueve modelos de economía social, de economía solidaria, para y en libertad, fundamentadas en las formas de resistencia popular y social, es decir desde el concreto histórico-cultural-social.

La economía tiene un desarrollo emblemático en la dinámica espacial. La riqueza, el bienestar, el desarrollo y el progreso determinado por la acumulación de riquezas, bienes y servicios, suelen servir de sustento para acciones que colocan en primer orden la totalidad, despreciando lo pequeño, lo local, la realidad geocultural, haciendo aparecer el lugar como no representativo de lo total.

Las aspiraciones y expectativas del país nacional lucen, son representadas y aparecen, como simples condicionantes del desarrollo regional, estadal, local, comunitario y hasta personal. Se es mas desarrollado, más feliz, más triunfador, en la medida que se asuma para sí los valores y aspiraciones, parámetros y rituales de éxito que se han hegemonizado, definido e impulsado desde los espacios geográficos de mayor peso, los espacios geoculturales del poder.

En consecuencia, los Planes de Desarrollo Nacional suelen preceder a los Planes de Desarrollo Regional que deben sujetarse a las metas previstas por el primero. A su vez, los Planes de desarrollo estadal y local están sujetos las condicionantes nacionales. La totalidad, la nación es el espacio del logro. El triunfo de lo pequeño, de lo cotidiano, de lo inmediato está sujeto a su relación con las aspiraciones globales, que este caso se denominan nacionales. Se silencia el hecho que solo en lo concreto la totalidad se muestra en su pleno esplendor u oscuridad.

Por ejemplo, poco importa que explote una veta de fosfatos que puede contaminar un caserío, si su uso permite contar con mucho mas liquidez monetaria para el impulso del desarrollo estadal o nacional. A su vez, lo nacional es expresión del modelo de desarrollo y producción capitalista propio de la globalización económica y la mundialización cultural.

En oposición, la economía social promueve un desarrollo fundado en la localidad como totalidad, como expresión y punto de partida de la totalidad. Si un desarrollo local es exitoso, por las formas y procesos que le son propios y determinados por los ciudadanos que en él habitan, este éxito debe encontrar punto de contacto e impulso redimensionado en lo regional, lo nacional. En esa perspectiva, el éxito o derrota de la perspectiva individual y colectiva liberadora, condiciona y constituye el referente válido por excelencia, a partir del cual se valora el triunfo o el fracaso de una economía nacional.

Una educación distinta, que entienda el agotamiento del modelo económico clásico se centra en la integración holográmica de la praxis para y por el cambio. En esa dirección la práctica transformadora emerge como resultado de una educación para la resolución de problemas. Problemas a los cuales no se les teme, pero ante los cuales tampoco existe una receta única e inequívoca. Por el contrario, su abordaje es particular, específico y el método de resolución se basa en la perspectiva colectiva, en el diálogo de saberes, en la construcción compartida de alternativas.

LA ECOLOGÍA DIALÉCTICA

La óptica ecológico dialéctica se concentra en el impulso de formas y procesos de revolución permanente. En esa orientación los cambios que le son inherentes, no procuran destruir a nadie, porque nadie es bueno o malo per se. En el reverso de toda transformación subyace la crítica a la hegemonía de un modelo cultural y la aspiración de quiebre de las relaciones sociales que éste promueve, de carácter competitivo e individualista. Por ello, el énfasis reside en la transformación de las relaciones económicas, sociales y políticas en función de las aspiraciones de las mayorías.

Para la ecología dialéctica, en términos fundacionales e ideales, el hombre es bueno y solidario, cooperativo e integrado a la totalidad ambiental; sólo que las prácticas alienantes tienden a alejarlo de su centro natural. Una educación liberadora funda su praxis en esta valoración y entiende que el eje de su accionar está en la derrota de la cultura de la dominación, mediante el impulso transversal de prácticas y concepciones críticas, constructivas y reconstitutivas del sujeto como centro de la acción social. Estaríamos hablando de una educación distinta a la actual, esa que el Proyecto Educativo Nacional (PEN) denomina la educación que necesitamos para construir el país que queremos.

LAS CONCEPCIONES DEL ESTADO Y LOS PROTOCOLOS GUBERNAMENTALES.

Un modelo de economía solidaria implica la construcción progresiva de una nueva racionalidad dialógica entre Estado y ciudadanos, que rompa con la centralización de la toma de decisiones y en la orientación estratégica del Estado. Esto implica un repensar al propio Estado, a partir de la revaloración de las partes que lo componen y donde la totalidad programática y de gestión constituye una síntesis de procesos y no, la génesis de la acción gubernamental como suele entenderse. En correspondencia, una educación para la nueva ratio productiva, aparece centrada en la comprensión e impulso de novedosas formas de gobierno local, escolar, comunitario, entendidas estas formas de consenso social como centros vitales de un nuevo modelo de Estado.

Un Estado de nuevo signo, que haga honor al modelo político de democracia participativa y protagónica, promueve modelos de gestión alternativos, que en nuestro caso consideramos se orientan hacia la gestión de pirámide invertida y la horizontalidad dialógica en sus procesos de toma de decisión.

LA CONCEPCIÓN DEL DESARROLLO (LOCAL, SOSTENIBLE)

El desarrollo es local, comunitario y vinculado a la gente o no es desarrollo, claro está, en los términos del humanismo social. Esta premisa quiebra la hegemonía del discurso desarrollista que privó durante las cinco últimas décadas del siglo XX en Venezuela, el continente y gran parte del mundo occidental.

Desde diferentes puntos de referencias económicas internacionales se intento generalizar una propuesta de desarrollo productivo centrado en la lógica de los mercados y los flujos de capital, de espaldas a las expectativas y necesidades de las comunidades.

Por ello es posible encontrar que en los espacios comunitarios o locales concretos, generación de empleo suele constituir una variable en muchos casos opuesta al medio ambiente; concepciones geoculturales de vivienda, salud, producción resultan avasalladas por el imperio de los prefabricados, la supremacía de la medicina química y la producción a gran escala; competencia aparece asociada a eliminación del paro cuando en la realidad la égida neoliberal con sus presupuestos teóricos de liberalización total, han generado unos niveles de desempleos desconocidos hasta ahora por la humanidad.

La economía social o solidaria procura rescatar los valores y prácticas locales, comunitarias o del lugar, con sus procesos y valores solidarios, cooperativos y humanistas, como tentativas que desde la educación, significan algo más que revertir los disvalores del modelo económico global: implican promover la liberación del hombre de la esclavitud de los mercados. Ello deriva -y es resultado- en la promoción de una educación que se constituya sobre la base del y para él dialogo de saberes, para la geocultura local, para la felicidad del hombre. Estaríamos hablando de una educación que promueva el paso del modelo económico capitalista per se al modelo de economía para la felicidad y el modelo de calidad de vida fundamentado en la especificidad del lugar.

Si la economía social privilegia la localidad, la educación desde el lugar constituye el eje central de cualquier propuesta pedagógica que pretenda contribuir al impulso de la economía solidaria.
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2 comentarios:

  1. Maury said,

    Excelente material, deberian estar llevándolo a las comunidades.

    on 20:43  


  2. Con ese lenguaje tan rebuscado dificilmente una persona común como yo podrá entenderlo

    on 22:33