Economía - Política: Neoliberalismo y globalización

Capitalismo. El capitalismo, al igual que el mercado competitivo sobre el que se basa, no ha existido siempre. Su origen hay que remontarlo a la Europa del siglo XV y su imposición siempre encontró resistencias sociales. Los Estados nacionales, el modelo capitalista y la manera de pensar que llamamos modernidad definieron una manera de organización que necesitaba grandes grupos de población malviviendo para que unas minorías gozaran privilegiadamente de la vida social.

Detrás del modo de vida capitalista siempre habrá un pequeño grupo de hombres y mujeres acumulando riquezas materiales; más acá, el aprovechamiento del trabajo de una gran mayoría explotada. Sin el uso de la fuerza, el capitalismo nunca se hubiera hecho hegemónico.

La democracia representativa ha funcionado en muchas ocasiones como un espejismo tras el que se esconde la profunda ausencia de democracia social. El creciente aumento de la abstención va señalando el agotamiento de ese modelo. Si bien es cierto que los Parlamentos nacen revolucionariamente, su desarrollo posterior los transforma en sustitutos de la democracia. La parlamentarización de los conflictos sociales a comienzos del siglo XX se fue transformando en un «Vota y no te metas en política», cuya conclusión es la sensación enorme de lejanía de la población respecto de los Parlamentos y, aún más, de los partidos políticos que los integran. De ser lugar de «parlamento» y discusión, las Asambleas pasaron a ser lugares de asentimiento, voceros del «pensamiento único» y alternativas sólo como lo son entre sí las bebidas de cola. 13 Hoy, tras siglos de dominación, la lógica del capital ha penetrado todos los rincones de la vida social del mundo. Pero no debe olvidarse que no siempre fue así. La dependencia económica y el uso de la fuerza para conseguir obediencia hacen que el capitalismo se reproduzca a diferencia de los anteriores modos de producción.

La historia del capitalismo no puede entenderse sin ponerla al lado de la historia de la esclavitud, las guerras imperialistas, la represión obrera, la prohibición de los partidos y los sindicatos, el deterioro de la naturaleza y la manipulación constante de las conciencias. Cuando la presión obrera fue muy fuerte, el capitalismo respondió brevemente con el Estado del bienestar y el incremento de la propaganda. Cuando cesó la presión, comenzó a desmantelarse el Estado social pero se mantuvo e intensificó la propaganda.
No es posible olvidar que allí donde hay capitalismo, hay seres humanos que no reciben sino una parte mermada del fruto de su trabajo, del mismo modo que hay otros, siempre una minoría, que se benefician del esfuerzo de los que trabajan para ellos. El capitalismo es un sistema económico que se define principalmente por tres rasgos:
SIGUE LEYENDONOS …
    1) Todo puede adoptar la forma de mercancía (incluidos los seres humanos, la naturaleza, lo que aún no existe o los sentimientos).
    2) Los precios de los bienes se definen en un mercado guiado exclusivamente por la ganancia y articulado jerárquicamente para garantizar la creación de valor. Esto es válido para cualquier
    mercancía, pues el capitalismo no diferencia entre bienes públicos y privados, entre personas y caraotas, entre recursos materiales y vidas humanas.
    3) Los principales medios de producción están en manos privadas y al servicio del beneficio inmediato de sus dueños, apoyados por la estructura del Estado.

    «Una empresa capitalista crece y destruye lo que se le resiste. Necesita transformar y asimilar todo lo que encuentra en su camino: tarde o temprano la totalidad de la fuerza disponible entrará a formar parte de su mecanismo. La fábrica somete las fuerzas a su medida, proletarios, representantes, administradores, técnicos: pero ignora a los hombres todo lo posible. Ningún afecto comunicativo liga a aquellos que están presos en sus engranajes: una empresa se mueve por una codicia sin pasión, emplea un trabajo sin entusiasmo, no reconoce más dios que su crecimiento. En las épocas de prosperidad, el trabajo no aprovecha para nada el exceso del beneficio. Pero si el beneficio desciende, el empresario abandona al asalariado: a falta de fines gloriosos –exactamente, a falta de fines humanos- los hombres no pueden reconocerse solidarios, no subsiste entre los hombres más que la codicia por los bienes, que les separa. La caridad sólo es un remedio paródico para esta separación, no es más que una comedia de solidaridad.
    Una sociedad industrial es una muchedumbre compuesta de existencias aisladas. El aspecto mismo de la vida cambia completamente: en vez de ciudades orgullosas, que reflejan el cielo y la tierra en su forma, tenemos ciudades anodinas sepultadas en barrios de una tristeza que parte el corazón. La prosperidad deprimente y la violencia de la pobreza coinciden»14 Por eso el capitalismo siempre se ajusta en busca de esos beneficios que tienen que ser necesariamente crecientes (o se encarecerá el precio final del producto que ofrecen y quedarán fuera de juego). El ajuste, como se ha repetido mil veces, tiene lugar en el eslabón más débil de la cadena, allí donde no se oigan quejas o las mismas puedan ser acalladas: trabajadores desorganizados, mujeres, niños, medio ambiente, otros pueblos con menores capacidad militar o económica de protegerse.

    Y por eso mismo, como han expresado importantes economistas, el capitalismo es un sistema necesariamente miope, atento sólo al corto plazo y a las presiones de los otros capitalistas, organizado jerárquicamente sobre la reproducción de la explotación y sujeto a crisis recurrentes que sólo se solventan lanzando al vacío a un número creciente de seres humanos 15.

    Las condiciones económicas a que obliga el capitalismo traen implicaciones radicales en la condición humana:
    1) El capitalismo promueve el individualismo, es decir, pone el interés individual de unos pocos por encima del bienestar colectivo, al tiempo que condena a amplias masas a sufrir la explotación y les impide desarrollarse como seres humanos plenos.

    2) Exalta el egoísmo, al que pretende transformar en una virtud, y denigra la solidaridad. El capitalista, cuanto más posee más necesita (en tanto que se entiende al capital como relación social referenciada a otros capitales), sin importar que los de al lado no puedan cubrir las necesidades básicas (es el impulso de la llamada reproducción ampliada del capital, verdadero motor del sistema).

    3) Conduce irremediablemente a la destrucción de la naturaleza, producto de la vorágine de su ambición desmedida, y la guerra es su horizonte necesario por su necesidad estructural de crecimiento.

    Globalización y Neoliberalismo
    «El único camino histórico por el cual pueden destruirse y transformarse las contradicciones de una forma histórica de producción es el desarrollo de esas mismas contradicciones» Carlos Marx, El capital.

    En los años 70 el capitalismo entró en una de sus regulares crisis. En esta ocasión, la crisis estaba relacionada con una pluralidad de factores: el agotamiento del modelo económico (aún no había llegado la innovación informática, mientras el sector automovilístico y petroquímico mostraban señales de agotamiento); la subida de los precios del petróleo motivada por la guerra del Yon Kipur y la nueva estrategia de la OPEP, la guerra de Vietnam (gasto militar exorbitado para los Estados Unidos), la crisis del modelo monetario de Bretton Woods que había fijado las monedas a un dólar con precio estable, así como fuertes presiones populares exigiendo subidas salariales, cogestión obrera y el fin del imperialismo.

    Pertenece al corazón del pensamiento marxiano el entender que las crisis del capitalismo son estructurales y no movimientos pasajeros o pendulares. Al expandirse destruyendo, regularmente sufre problemas de ajuste que van estrechando crecientemente su capacidad de respuesta. No puede afirmarse, como se ha hecho históricamente con error, que la próxima crisis del capitalismo será la definitiva (en los años ochenta, en una de esas supuestas crisis determinantes, fue la URSS la que desapareció de escena), pero sí puede defenderse que los espacios de reproducción de la tasa de ganancia es exponencialmente menor que hace medio siglo (baste pensar en la crisis ecológica). El análisis marxista no se deja poner al servicio de falsos optimismos.

    A pesar de esta certeza (que no existe salida a la crisis del capitalismo dentro del propio capitalismo), el modelo hegemónico mutó y, siguiendo la lógica de empeoramiento, la conclusión fue la crisis del modelo intervencionista del Estado (conocido como keynesianismo) y su sustitución por el modelo neoliberal, orientado por la teoría económica monetarista atenta exclusivamente a la inflación y desatenta del crecimiento y el empleo.

    No es extraño que el capitalismo lograra articular puntos de encuentro con militares reaccionarios, los cuales, tras realizar sangrientos golpes de Estado, entregaron los ministerios económicos a «expertos» formados en la Escuela de Chicago. El neoliberalismo tuvo su bautizo real en el Chile de Pinochet de la mano de Milton Friedman y la Escuela de Chicago. El camino abierto por Chile fue continuado por la Junta Militar argentina, aunque también siguieron esa senda políticos de la socialdemocracia o la democracia-cristiana venezolana, colombiana, brasileña, peruana, ecuatoriana, etc. Tras un cuarto de siglo, el ciclo, de alguna forma, se empezó a cerrar con un conjunto de cambios: la derrota del puntofijismo en Venezuela; la derrota de Ménem, responsable del saqueo de Argentina, frente al también peronista Kirchner; el triunfo de Lula frente a Fernando Henrique Cardoso; o la victoria triunfal de Evo Morales frente a Jorge Quiroga, curiosamente todos candidatos denostados (unos) o apoyados (otros) por los Estados Unidos.

    La globalización neoliberal es un proceso que lleva a que los flujos sociales económicos, políticos, jurídicos y culturales, que antes tenían lugar dentro de los Estados nacionales, ahora se trasladen más allá de las fronteras.

    Si bien es cierto que el desarrollo tecnológico permite la globalización, ésta no se hubiera desplegado de no ser necesaria para recuperar la tasa de ganancia del capital y, en consonancia con esto, no hubiera existido una voluntad política de impulsarla. Por último, no debe olvidarse que se trata de un proceso que tiene lugar bajo la hegemonía norteamericana. Todos estas razones son las que explican que detrás de este proceso existan globalizadores y globalizados.16
    Se plantea entonces, la «competencia mundializada» de los productores, en la que aquellos países que poseen un desarrollo altamente tecnificado y una amplia capacidad productiva en la relación internacional, van a tener una situación favorable, pues podrán gracias a su gran capacidad invadir cualquier mercado. Si esto no bastara, los Estados de sus casas matrices siguen teniendo recursos para presionar (baste recordar las movilizaciones gubernamentales a raíz del cumplimiento electoral del Presidente Evo Morales de nacionalización de los hidrocarburos). Mientras, los empresarios menores quedarán en una posición de minoría, la cual los impulsará a integrarse a ese gran mercado homogeneizado por los grandes productores internacionales, es decir, por las grandes potencias.

    En consecuencia, los países del mal llamado Tercer Mundo, con un sector productivo poco competitivo, quedan a merced de las grandes trasnacionales que invaden el mercado nacional con «productos baratos». Irremediablemente, los sectores productivos nacionales se ven forzados a cerrar operaciones, con la subsecuente pérdida de soberanía nacional.

    Como resultado de todo esto, se sentaron las bases del actual paisaje: los capitales internacionales dominaron las políticas monetarias nacionales; la presión de la ganancia empujó los salarios a la baja y las jornadas laborales a la alta; el Estado vendió su patrimonio en condiciones muy ventajosas a particulares; se desmantelaron las garantías laborales; y se propugnó una apertura de fronteras (el modelo de los TLC) que dejaba vía libre a los países poderosos y condenaba a los países económicamente débiles a ser piezas subordinadas a las estrategias de los países impulsores del neoliberalismo.
    Pero como en cualquier otro momento de la historia de la humanidad, la sociedad construye anticuerpos contra las amenazas. Los estragos del neoliberalismo permitieron, poco a poco, superar la parálisis que afectaba al pensamiento y la práctica alternativos tras la proclama del fin de la historia y las ideologías. En esta ocasión la respuesta vino del Sur.

    Países como Venezuela, Brasil y Uruguay votaron a fuerzas de izquierda. Europa se movilizó contra la guerra imperialista de Iraq. El Foro Social Mundial reunió al pensamiento crítico y a los movimientos sociales alternativos de cinco continentes. No existía un modelo alternativo claro, pero existía un catálogo nítido de lo que no podía aceptarse. Como quiera que el socialismo del siglo XX no fuera un modelo aceptable, se empezó a pensar un socialismo que fuera válido para el siglo XXI.

    El neoliberalismo, como hoy ya es evidente, es la utopía del capitalismo dejado a su libre articulación17. En ese sueño de los capitales transnacionales se crea un mercado mundial, no obligado por ningún principio de responsabilidad social, que devuelve al Estado esa condición de consejo de administración de los intereses conjuntos de la burguesía. Pero el sueño neoliberal, cuando acontece, es la pesadilla de los pueblos. 18

    Para comprender los postulados del neoliberalismo, recordemos algunas de las principales políticas que acompañan a esta ideología:
    1) Poca o ninguna intervención del Estado desde una perspectiva social. Es decir, libertad absoluta de mercados bajo la metafísica economicista del equilibrio general autorregulado. El Estado no regula precios ni comercio ni realiza control de cambios, etc. Por el contrario, interviene en virtud del grupo que controle el Estado en ese momento (así, para defender los intereses de los capitales transnacionales en el exterior, para promover proteccionismo, para fomentar al sector energético, para apoyar al sector militar-industrial, para subvencionar a la agroindustria, etc.)

    2) Mínima inversión social del Estado en salud, educación, deporte, cultura, etc. Es decir, el Estado no invierte en escuelas, hospitales, canchas para el deporte, casas de la cultura, misiones sociales, etc., mercantilizando estos sectores.

    3) Devastación del medio ambiente. Abandono de criterios de sustentabilidad ecológica a favor de criterios de rentabilidad. Sin importar el destino de las generaciones futuras, se prioriza la propiedad privada ligada a la extracción de riquezas del subsuelo, la desertización producto de la agroindustria y la minería o el calentamiento del planeta a través de la emisión de dióxido de carbono.

    4) Privatización y/o liquidación de los servicios y/o monopolios estatales. Es decir, en el caso de Venezuela, eso significaría privatizar PDVSA, las empresas básicas, los hospitales, las escuelas, las carreteras, las empresas de electricidad, el suministro de agua, etc.

    5) Congelación de salarios (incluido el salario mínimo) en busca de una competitividad internacional. Es decir, aceptación de la maquila y la explotación desmedida del hombre por el hombre. En consonancia con esto, deslocalización industrial a la búsqueda del ahorro en costes salariales.

    6) Aumento de los impuestos indirectos, principalmente sobre el consumo (IVA) y disminución de los directos sobre los ingresos altos. Es consecuencia, encarecimiento de alimentos, medicinas y productos básicos (precisamente los que consumen millones de ciudadanas y ciudadanos).

    7) Promoción del comercio orientado hacia las exportaciones (Se produce para competir en el mercado global). Es decir, dependencia del exterior (economía de puerto) y abandono de la producción orientada a la satisfacción de las necesidades nacionales.

    8) Promoción de políticas fiscales atractivas para el capital financiero internacional especulativo. Es decir, ningún impuesto o impuestos muy bajos para las trasnacionales, junto a ayudas y concesiones para atraer inversiones extranjeras.

    9) Intervención sobre las variables macroeconómicas desde el lado exclusivo de la oferta para evitar déficit presupuestario y comercial. Esto es, altas reservas internacionales colocadas en los bancos del norte, altas tasas de interés, bajos sueldos para disminuir la inflación, etc.

    10) Descalificación del Estado social. Es decir, atribución al Estado de toda la responsabilidad frente a los fenómenos de corrupción e ineficiencia. Apología sobre la transparencia y eficiencia del mercado. Por el contrario, refuerzo de las tareas represivas y militaristas del Estado.

    11) Manipulación y alienación de la población a través de los medios de comunicación. Construcción de un imaginario popular en donde el mercado y el neoliberalismo reciben un tratamiento acrítico, al tiempo que se descalifican las protestas asociándolas a formas más o menos suaves de terrorismo. El concepto de gobernabilidad (donde la responsabilidad es de los que protestan) se usa para evitar el uso del concepto de legitimidad (donde los cuestionados son los gobiernos).

    12) Liquidación de todo pensamiento alternativo y toda forma de pensamiento liberador y revolucionario. Paradójicamente, ocultación de la información bajo montañas de información. Descalificación de las propuestas de un mundo mejor (como utópicas, desfasadas, anacrónicas, arcaicas).

    13) Fragmentación. Es decir, negación a los pobres y los excluidos de la posibilidad de organización para superar su situación. Cooptación de los sindicatos cartelizados (que cumplen con las reglas de juego) y descalificación de los sindicatos críticos acusándolos de enemigos del desarrollo y la competitividad. 14) Siembra de un sentimiento de derrotismo entre los grupos de
    izquierda y la población en general. En otras palabras, proclamación del fin de las ideologías y ensalzamiento del pensamiento único (pragmatismo neoliberal). Auge de las ideologías centristas, caracterizadas por su renuncia al conflicto (cuanto menor es la reivindicación y la difuminación de los conflictos, mayor es la condición de centrista de quien opera de esa manera).

    15) Construcción de paraísos artificiales y promoción del consumo directo y virtual. A través de la televisión o internet –entre los principales medios de comunicación- se crean falsas necesidades que requieren ser subsanadas por medio de compras compulsivas a satisfacer en grandes centros comerciales o por medio de compras electrónicas.

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Las Empresas Producción Social en la crisis del capitalismo

Las Empresas de Producción Social son una apuesta que nace en la Venezuela bolivariana y revolucionaria para impulsar el rumbo al socialismo del siglo XXI. Surgen en un momento de transición, donde la defensa de modelos cerrados pertenece al pasado, donde se sabe bien lo que no se quiere pero no se tiene la certidumbre de lo que se quiere. Por eso hay que ir definiéndolo paso a paso, despacio y, con demasiada frecuencia, a tientas. Por eso se reclama una absoluta determinación acompañada de una no menos absoluta mesura y prudencia.

Tras la crisis del neoliberalismo, la humanidad se debate entre dos escenarios variables y de contornos indefinidos: el del mundo que está pereciendo pero que deja su dilatada sombra sin terminar de extinguirse, y el esperado que, aunque anunciado en los dolores del parto, no termina de alumbrarse.

Es momento de reinventar la cultura, los sistemas normativos, la política y la economía. Es momento de recuperar aquello que fue negado y de ayudar a emerger todo lo que ayude a construir la emancipación. Es hora de romper con el conservador mensaje que recomienda, en tiempo de crisis, no hacer mudanza. Todo lo contrario. Pero por la misma incertidumbre que existe es imprescindible acompañar la puesta en marcha del nuevo modelo con un especial esfuerzo de reflexión teórica, alimentada del fragor y la acción en desarrollo. El verdadero revolucionario, nos cuenta la historia, siempre ha sido cauto. La escasa teorización acerca de aspectos importantes para la emancipación contrasta con las bibliotecas inabarcables que existen sobre aquellos asuntos que interesan a la reproducción del capital. Por eso, la noción del intelectual orgánico en Gramsci posee tanta significación para las trincheras socialistas, al asociarse teoría y práctica. El esfuerzo teórico es la forma que toma la participación antes de poner en marcha su voluntad transformadora. El ciclo «reflexión-acción-reflexión» ha de repetirse hasta que resulte teoría de la práctica emancipatoria y para la práctica emancipatoria.

En este sentido, es justo saber que las EPS no surgen de la nada.
SIGUE LEYENDONOS...

    Tienen detrás un proceso de reflexión y práctica, de éxitos y fracasos, de apuestas políticas y de soluciones económicas. Una revolución que no quiera transformar las bases económicas del sistema capitalista es mero flatus vocis, puro nominalismo, verborrea que pretende ocultar con el significante la falta de significado. Pero no es aquí ese el argumento.

    Los antecedentes de las EPS se ubican en el primer paso dado con el acceso a la dirección del Estado en 1998 10. Posteriormente, conscientes de que con los viejos mimbres no podía trenzarse la transformación, se promulgó la Constitución bolivariana en 1999, seguida a continuación de algunos desarrollos políticos, donde caben destacar: el plan Bolívar 2000; las leyes habilitantes en el 2001; la recaptura de la propiedad de facto de los hidrocarburos; la superación del sabotaje petrolero gracias a los esfuerzos de los comités guía para la recuperación de esa industria; la política de redistribución de la riqueza al servicio de los más humildes por vía de las misiones sociales; la creación de la misión vuelvan caras y posteriormente el Ministerio para la Economía Popular; el impulso a la organización cooperativa; las experiencias de las empresas recuperadas por los trabajadores; el auge de iniciativas cogestionarias en SIDOR y Cadela; la apuesta por un modelo de desarrollo endógeno y el consecuente impulso de los NUDE‘s; el debate sindical y los intentos por su renovación; la reforma agraria y la lucha contra el latifundio; la instalación de un sistema micro crediticio orientado a los pobres; el giro a la izquierda matizado en los objetivos estratégicos de la nueva etapa de la revolución bolivariana en el 2004… Todos estos hitos –sin haber agotado el abanico completo de transformaciones- configuran el mosaico inicial de la siembra socialista que precede a la idea constitutiva de las EPS.

    Sólo con todo ese acompañamiento puede enfrentarse con algo más de firmeza la discusión sobre las Empresas de Producción Social. Y es por esa misma concreción por lo que su discusión no puede quedarse en uno más de esos ejercicios académicos válidos tan sólo para un cielo habitado
    por pensadores alados. Insistimos en que éste es un Documento para la discusión política. Pretende ser un material para continuar el debate sobre el nuevo modelo económico abierto por el Presidente Chávez. Una referencia política sobre problemas económicos que se sitúa en el único trayecto que postula la superación de la barbarie humana y ecológica del capitalismo: el rumbo al socialismo.

    La tarea no es nada sencilla. Pero, como hemos apuntado, Venezuela está en revolución. Tiempo histórico donde todos los anhelos de los seres humanos están un poco más cerca. Vivir en revolución es hacer realidad cada día las convicciones construidas por el pueblo en diálogo permanente, especialmente aquella que se niega a aceptar que un ser humano pueda ser considerado una mercancía. Y que una vez ha llegado a esa convicción, después de haber pasado por la etapa del dolor, la del conocimiento, la de la voluntad, articula la de la potencia y la de la transformación, para que ese mundo que es posible y necesario esté un poco más cerca. 11


    10. Triunfo electoral de Hugo Chávez Frías para la Presidencia.
    11. Las fases de la actividad política podemos condensarlas en la siguiente secuencia: dolersaber- querer-poder-hacer, iniciándose en la consciencia de lo que se vive como oloroso y terminándose con la transformación que acaba con ese dolor. Al final, la elaboración dialéctica del dolor alimenta la transformación, y la transformación traduce el dolor en acción colectiva.


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